La enfermedad de Parkinson es la segunda enfermedad neurodegenerativa más frecuente, sólo por detrás del alzhéimer. A pesar de que los síntomas motores son los más conocidos, el párkinson también presenta otros síntomas no motores que, en la mayoría de los casos, son los que más limitan la calidad de vida del paciente, tal como advierte la doctora María José Ibáñez, neuróloga de Clínicas Ascires. En este artículo abordamos los diferentes síntomas que acompañan a esta enfermedad: identificarlos es el primer paso para poder tratarlos.
A pesar de que no existen cifras oficiales del número de personas afectadas en nuestro país, la Federación Española de Párkinson estima que son más de 160.000 (de las cuales, el 30% estarían aún por diagnosticar). Se trata de una patología que afecta más a hombres que a mujeres y su prevalencia aumenta a medida que avanza la edad.
De hecho, según la Sociedad Española de Neurología (SEN), el 2% de la población mayor de 60 años sufre párkinson, mientras que en los mayores de 80 años la prevalencia aumenta al 4%. La entidad calcula que, en los próximos 30 años, se triplicará el número de afectados por esta patología.
Aunque síntomas como el temblor o la lentitud de movimientos son los primeros que asociamos a la enfermedad de Parkinson, hay otros síntomas no motores que pueden llegar a tener un impacto importante en la calidad de vida de los pacientes.
A continuación, analizamos la variada sintomatología de esta enfermedad, que es importante diagnosticar con precisión, ya que existen otro tipo de patologías (parkinsonismos atípicos), que en sus fases iniciales pueden llegar a confundirse con el párkinson.
Aún así, según destaca la Dra. Ibáñez, cuando hablamos de párkinson no hay dos casos idénticos: “No todas las personas que sufren la enfermedad de Parkinson van a presentar todos los síntomas y tampoco en la misma intensidad. Estos van evolucionando y afectan de forma diferente a cada persona”.
Síntomas motores del párkinson
Los síntomas motores del párkinson son los más visibles. Suelen empezar de forma leve y progresar con el tiempo. También es común que aparezcan en un lado del cuerpo para, posteriormente, afectar al otro lado.
- Movimientos lentos (en terminología médica: bradicinesia o acinesia). Por ejemplo: andar lento, pasos más cortos, dificultades para incorporarse, etc.
- Temblor: Suele darse en reposo, de forma regular y rítmica. Afecta principalmente a las extremidades superiores y puede volverse más grave en momentos de cansancio o de aumento de la ansiedad.
- Rigidez: Se puede observar en todas las extremidades, pero también en el tronco.
- Trastornos posturales: postura encorvada o inclinada hacia delante.
- Deterioro del equilibrio: inestabilidad al iniciar la marcha, caminar o realizar actividades cotidianas.
- Pérdida de movimientos automáticos.
- Disminución de la expresión facial: conocida como hipominia, en terminología médica.
- Debilidad del volumen y timbre de voz (hipofonía).
Síntomas no motores del párkinson
A pesar de ser más desconocidos, los síntomas no motores del párkinson son muy frecuentes y afectan a un porcentaje importante de pacientes (entre el 60% y 97%, según diferentes estudios). “Cada vez se presta más atención a este tipo de síntomas, en buena medida porque son los que más acaban condicionando mucho la vida de las personas que los sufren”, según resalta la Dra. Ibáñez.
Se pueden englobar en varios grupos:
Sensoriales:
- Disminución de la capacidad olfativa (hiposmia) y pérdida total del olfato (anosmia). Lo experimentan un porcentaje elevado de pacientes y puede afectar también a su capacidad de saborear los alimentos.
- Alteraciones del sentido de la vista. Pueden ser diversas: visión doble o borrosa, deterioro de la visión de cerca, problemas para identificar colores, sequedad de ojos, etc.
- Dolor generalizado
Gastrointestinales:
- Estreñimiento: puede estar ocasionado por el deterioro de los nervios que mueven el intestino y también por algunos tratamientos, que pueden agravar las dificultades para defecar.
- Problemas para tragar (disfagia). Se dan cuando falla la coordinación en los actores que intervienen en la deglución (boca, lengua, paladar, faringe y laringe).
- Babeo: ocasionado por la acumulación de saliva que se produce cuando el paciente tiene dificultades para tragar o por un aumento de la producción de saliva.
- Oscilaciones en el peso, sobre todo en fases avanzadas de la enfermedad.
- Náuseas y vómitos: derivados de cambios en la medicación o por las dificultades del aparato digestivo para hacer su trabajo.
Vinculados al sistema nervioso autónomo:
- Descenso de presión arterial al incorporarse o ponerse de pie (Hipotensión ortostática). Puede ir acompañado de mareo y cefalea.
- Disfunción urinaria: aumento de la frecuencia urinaria o urgencia de orinar. Afecta a un tercio de los pacientes.
- Disfunción sexual: falta de deseo o dificultad para alcanzar un orgasmo y, en el otro extremo, intensificación de la excitación o falta de control del impulso sexual. En algunos casos, la hipersexualidad puede estar vinculada a la medicación y es importante consultar con el especialista.
Trastornos neuropsiquiátricos y del sistema cognitivo:
Como señalábamos, no siempre se dan todos los síntomas y, en es apartado, varios de ellos se manifiestan solo en fases avanzadas de la enfermedad.
- Apatía
- Fatiga
- Ansiedad
- Depresión
- Trastornos del sueño
- Deterioro cognitivo en fases avanzadas. Por ejemplo, dificultades para mantener el curso del pensamiento y ralentización del mismo.
- Demencia y alteraciones de conducta
- Alucinaciones: auditivas, táctiles o gustativas.
Evolución de la enfermedad de Parkinson
Aunque esta patología no sigue un patrón idéntico en todos los casos, se pueden distinguir 4 fases de evolución. “Generalmente, la persona experimentará signos no motores que pueden ser poco específicos o llamativos, por lo que no suele establecerse un diagnóstico hasta que no aparecen los primeros síntomas motores”, indica la dra. María José Ibáñez.
Fase 1 o prodrómica:
Señales que preceden al desarrollo de la enfermedad de Parkinson. El paciente puede presentar alteraciones de la conducta del sueño (dificultad para entrar o mantenerse en fase REM), estreñimiento, somnolencia diurna, disminución de la capacidad olfativa, ansiedad, síntomas compatibles con la depresión, etc.
Fase 2 o etapa temprana del párkinson:
Aparecen los primeros síntomas motores (lentitud o rigidez de movimientos, temblor). Por lo general se manifiestan primero (o, al menos de manera más evidente) en una parte del cuerpo. Esta fase puede ir acompañada de fatiga, dolor o apatía.
Fase 3 o etapa intermedia:
Empiezan a aparecer fluctuaciones motoras, es decir, alternancia entre periodos de buena movilidad (on) y de escasa movilidad (off). A síntomas motores como lentitud de movimientos, dificultad para tragar o movimientos involuntarios (discinesias), se suman otros no motores, como la disfunción urinaria, la hipotensión ortoestática (bajada de tensión al incorporarnos o levantarnos) o síntomas de carácter neuropsiquiátrico.
Fase 4 o etapa avanzada:
Progresivamente, el paciente puede ir perdiendo autonomía. Se vuelven más frecuentes la inestabilidad postural, alteraciones de la marcha y caídas. Avanzan otros síntomas como la demencia, cambios de conducta, trastornos en el control de impulsos (conductas compulsivas) y síntomas psicóticos (alucinaciones).
Aunque, el párkinson, de momento, no tiene cura, el abordaje de sus síntomas se puede dar con tratamiento farmacológico y no farmacológico.
Es importante recordar que para el correcto control de los síntomas y de la medicación, es clave el seguimiento cercano del paciente por parte del especialista en Neurología.
Si necesitas consultar sobre cualquier aspecto de la enfermedad de Parkinson, el equipo de Neurología de Clínicas Biomédicas Ascires estará encantado de atenderte.