Los miomas uterinos son tumores sólidos benignos que aparecen en la pelvis, alrededor del útero y, en ocasiones, en el cuello uterino. Surgen de las células musculares del útero y su desarrollo y crecimiento está relacionado con los estrógenos y la progesterona, las hormonas sexuales femeninas.
Aunque existen diferentes hipótesis, las causas que provocan la aparición del mioma todavía se desconocen. Según su localización en el músculo uterino (miometrio), los miomas se pueden clasificar en varios tipos:
- Intramural: situado en el espesor de la pared muscular. No afecta al recubrimiento exterior de órganos y cavidades del abdomen (serosa) ni a la membrana que protege los órganos (mucosa).
- Subseroso: localizado en la superficie uterina.
- Transmural: también se encuentran en el espesor de la pared muscular y deforman tanto la serosa como el endometrio.
- Submucoso: se desarrolla bajo el endometrio.
¿Qué síntomas presentan los miomas uterinos?
Afortunadamente, la mayoría de los miomas uterinos son asintomáticos. Sin embargo, en un 25% de los casos pueden aparecer los siguientes síntomas:
- Sangrado uterino anormal: el sangrado prolongado o abundante es el síntoma más común. Su gravedad dependerá del número, localización y tamaño del mioma. De manera secundaria, puede llegar a derivar en una anemia.
- Presión pélvica: cuando existe un crecimiento del tamaño del útero a causa del mioma, puede aparecer la sensación de presión en la pelvis y de aumento del perímetro abdominal.
- Presión en otros órganos: si el mioma aumenta, también puede ejercer presión sobre otros órganos vecinos. Esto causa síntomas específicos, como la alteración de la frecuencia urinaria o la dificultad para el vaciamiento y retención de orina; estreñimiento, si afecta al aparato digestivo; o, a nivel circulatorio, trombosis.
- Dolor: el dolor también es un síntoma habitual y puede manifestarse de diferentes formas. Durante la menstruación (dismenorrea); durante las relaciones sexuales (dispareunia); dolor abdominal agudo; o, aunque mucho menos frecuente, dolor en la parte baja de la espalda, si comprime el nervio ciático.
Diagnóstico: cómo detectar los miomas uterinos
A la hora de realizar un correcto diagnóstico es imprescindible que el especialista lleve a cabo una adecuada historia clínica y exploración ginecológica. «Para conocer el proceso que puede padecer la paciente es necesario valorar el tamaño, la consistencia, la movilidad y las forma uterinas, así como la relación con el dolor a la palpación», explica la doctora Inma Soler, ginecóloga colaboradora de Ascires Xàtiva.
Las técnicas actuales son muy precisas en el diagnóstico de los miomas uterinos, entre ellas encontramos:
- Ultrasonidos: la ecografía transvaginal tiene una alta sensibilidad (95-100%) para detectar miomas. Resulta de gran ayuda complementar la exploración con una ecografía abdominal, que evitará que miomas no accesibles por vía vaginal pasen desapercibidos. La sonohisterografía (ecografía con infusión de suero dentro del útero) mejora la definición del contorno del mioma uterino submucoso.
- Histeroscopia: es un procedimiento que permite examinar el interior del útero. El histeroscopio, una herramienta delgada y ligera, se coloca a través de la vagina y envía imágenes del interior del útero al monitor. Ayuda en el diagnóstico y tratamiento de los miomas submucosos.
- Resonancia magnética (RM): es la mejor técnica para visualizar todos los miomas y su localización. Permite diferenciar entre miomas y otras patologías, como el adenomiosis o el sarcoma.
Los miomas uterinos ¿pueden afectar a la fertilidad?
«Solo entre un 2% y 3% de los casos de mioma causan esterilidad. En concreto, son los miomas submucosos los que más asociación tienen con la reducción de la fertilidad y con un aumento de la tasa de abortos», detalla la Dra Soler.
Su afectación depende de la localización del mioma, ya que puede producir una distorsión del cuello del útero, obstrucción de las trompas de Falopio, incremento de la contractibilidad uterina o fallos de implantación del óvulo.
En el caso de que el mioma se encuentre en la cavidad uterina, puede ocasionar problemas de espacio que dificultan el desarrollo o posición fetal. Así, durante el embarazo, pueden producirse efectos adversos como el sangrado, la rotura de la bolsa, la presentación de nalgas del bebé o una mayor tasa de cesáreas.
En conjunto, las mujeres con miomas presentan el doble de riesgo de aborto que aquellas que no lo padecen y, en el caso de los miomas submucosos, las tasas son superiores. Sin embargo, la extirpación de miomas mediante intervención quirúrgica (miomectomía) reduce este riesgo a la mitad. Por otro lado, las tasas de embarazo también son mejores tras este procedimiento.
Opciones de tratamiento
En el caso del mioma, el tratamiento está encaminado a controlar los síntomas que presente la paciente. De hecho, en el caso de las personas asintomáticas, puede realizarse seguimiento sin tener que realizar ninguna intervención terapéutica.
Principalmente el tratamiento puede ser médico, es decir, a través de fármacos, o quirúrgico. En el caso de la preinscripción de fármacos encontramos:
- Antiinflamatorios: son útiles para mejorar el dolor, pero no parecen reducir la cantidad de sangrado o lo hacen con menos eficacia que otros tratamientos.
- Antifibrinolíticos: eficaces en el tratamiento del sangrado menstrual abundante.
- Tratamiento hormonal: entre los múltiples tratamientos existentes, tu ginecólogo debe valorar cuál es el más adecuado para cada caso concreto. Los anticonceptivos hormonales combinados o sólo gestágenos son a menudo fármacos de primera línea para pacientes que sufren sangrado uterino anormal. El DIU liberador de levonorgestrel disminuye el volumen de sangrado y mejora la anemia, aunque existe mayor tasa de expulsión del DIU que en mujeres que no presentan miomas.
En cuanto a los tratamientos quirúrgicos, existen:
- Histerectomía abdominal: a través de una cirugía, se extirpa el útero con una incisión en el abdomen. Es el tratamiento tradicional en aquellos casos en los que la paciente no tiene deseos de tener o volver a tener un embarazo.
- Miomectomía: en este caso, se extirpa el mioma. Suele ser el procedimiento elegido en aquellas pacientes que deseen ser madres o que prefieran conservar su útero.
- Miomectomía histeroscópica: indicado para los miomas submucosos sintomáticos. En este caso, se extrae el mioma mediante el uso de instrumentos insertados en el útero.
También existen otros procedimientos terapéuticos menos extendidos o reservados para situaciones concretas, como:
- Miolisis: consiste en la destrucción del mioma mediante láser, electrocoagulación, radiofrecuencia o crioterapia.
- Embolización de las arterias uterinas: se impide el paso del riego sanguíneo a los miomas con la oclusión de estas arterias. Es el procedimiento que suelen seguir las mujeres premenopáusicas con miomas sintomáticos que desean conservar su útero.
- Ultrasonido de alta intensidad focalizado guiado por RMN o ecografía: se trata de un procedimiento no invasivo en el que ondas de energía permiten la destrucción térmica del mioma. Esta opción de tratamiento está indicada para mujeres premenopáusicas con miomas sintomáticos y que no desean gestar.
Miomas uterinos: Factores de riesgo
Se estima que el 70% de las mujeres desarrollarán miomas a lo largo de su vida. De ellas, el 75% serán asintomáticas.
Entre los factores de riesgo, destacan:
- Procedencia: la incidencia es de 2 a 3 veces superior en mujeres negras, comparadas con asiáticas y caucásicas.
- Menarquía precoz: tener la primera menstruación antes de los 10 años se ha relacionado con la aparición de miomas.
- Factores de la reproducción: los miomas son menos frecuentes en mujeres que han gestado (a mayor número de hijos, mayor protección) y en maternidades tempranas.
- Antecedentes familiares: es una patología de agregación familiar, es decir, que es una enfermedad genética compleja o multifactorial. Así, su incidencia es 2,5 veces mayor en mujeres que cuenta con al menos tres familiares de primer grado con miomas.
- Edad: la máxima incidencia se da a partir de los 50 años.
- La hipertensión arterial, obesidad y diabetes se han asociado con un aumento del riesgo en el desarrollo de miomas.
- Tratamientos hormonales: aunque se trata de un factor muy variable.
- Dieta: una dieta rica en vitamina A y el alto consumo de carnes rojas parecen aumentar la incidencia.
Por otro lado, durante el embarazo se describe un aumento del tamaño de los miomas en un 20-30% de los casos.
Las revisiones ginecológicas anuales son clave para detectar posibles alteraciones, como pueden ser la aparición de miomas. Clínicas Biomédicas Ascires cuenta con un equipo de especialistas en Ginecología para cuidar de la salud de la mujer en cualquier momento de su ciclo vital.