Uno de los problemas más comunes que padecen los hombres a medida que cumplen años es la hiperplasia de próstata. Es una patología benigna que consiste en el agrandamiento de la próstata, lo que provoca una obstrucción en la uretra que dificulta vaciar la orina.
Esta obstrucción se debe a que la uretra, el conducto que transporta la orina desde la vejiga al exterior, pasa por el centro de la próstata. Por ello, cuando esta se agranda, se bloquea el flujo.
El agrandamiento de la próstata se produce de manera natural. De hecho, la mayoría de los hombres la padecerán al envejecer. Como recuerda la Asociación Española de Urología, afecta a uno de cada cuatro hombres de 50 años, a una tercera parte de los de 60 y al 80% de los mayores de 80 años. Aunque no es maligna, ante los primeros síntomas, muy similares a los que producen ciertas afecciones cancerosas, debes acudir al especialista.
¿Qué síntomas presenta la hiperplasia de próstata?
Los principales síntomas que presenta la hiperplasia prostática son:
- Mayor frecuencia de la micción: el paciente necesita acudir al baño más veces. También durante la noche (nicturia).
- Dificultad para comenzar a orinar.
- Menor fuerza en la micción: el flujo de la orina es débil. También puede ser intermitente, se detiene y vuelve a comenzar.
- Goteo después de terminar la micción.
- Imposibilidad de vaciar la vejiga por completo.
- Incontinencia o dificultad para controlar la micción.
¿Cómo se diagnostica la hiperplasia de próstata?
Para un correcto diagnóstico, el urólogo, en primer lugar, realiza una detallada historia clínica del paciente. Tras ello, procede a la pertinente exploración física:
- Tacto rectal: es un examen de la parte inferior del recto. El especialista inserta un dedo en el recto para controlar la próstata y detectar el agrandamiento u otras anomalías.
- Ecografía: permite determinar el tamaño de la próstata y comprobar el volumen de orina que se retiene en la vejiga tras orinar.
- Análisis de orina: puede ayudar a descartar una infección u otras afecciones que pueden ocasionar síntomas similares.
- Análisis de sangre: para detectar posibles problemas renales.
- Análisis de sangre para el antígeno prostático específico: esta analítica específica permite conocer los niveles de antígeno prostático. Es una sustancia que se produce en la próstata y cuyos niveles aumentan con el agrandamiento de esta. Sin embargo, unos niveles elevados de antígeno prostático específico también pueden deberse a otras causas, como procedimientos recientes, infección, cirugía o cáncer de próstata.
- Prueba del flujo urinario: el paciente orina en un recipiente que está conectado a una máquina. Con ella, se mide la fuerza y la cantidad del flujo urinario.
- Prueba de orina residual posterior al vaciado: esta prueba mide si puedes vaciar tu vejiga por completo. Puede hacerse utilizando una ecografía o introduciendo una sonda en la vejiga después de orinar para medir el volumen de orina que queda en el interior.
- Diario de vaciado de 24 horas: el paciente debe registrar la frecuencia y la cantidad de orina.
Pruebas adicionales para un diagnóstico completo
Además, si el urólogo lo considera necesario, puede indicar pruebas adicionales:
- Ecografía transrectal: se inserta una sonda ecográfica en el recto para medir y evaluar la próstata.
- Biopsia de la próstata: se toma una muestra del tejido (biopsia) de la próstata para descartar un posible cáncer. Una de las técnicas más avanzadas para realizar esta prueba es la biopsia de próstata por fusión de imagen de resonancia magnética multiparamétrica y ecografía. Al acceder a la prostata por vía transperineal, es un procedimiento más seguro, ya que minimiza el riesgo de infección que existe en la biopsia tradicional (por vía transrectal). Es una técnica muy innovadora disponible en Ascires Campanar (Valencia), uno de los pocos centros médicos que cuenta con ella en la Comunidad Valenciana.
- Estudios urodinámicos y de presión de flujo: se inyecta agua o, en ocasiones, aire, a través de una sonda por la uretra hasta llegar a la vejiga. Esto permite al urólogo medir la presión en la vejiga y determinar cómo funcionan los músculos de esta.
- Cistoscopia: se inserta un instrumento flexible y con luz (cistoscopio) dentro de la uretra. Con ello, el médico puede ver el interior de la uretra y la vejiga. Previamente, se aplica un anestésico local.
Prevención
No es posible evitar el agrandamiento de la próstata, ya que se trata de un proceso relacionado con las hormonas y el envejecimiento. Sin embargo, el Dr. José Luis Palmero, urólogo colaborador en la Clínica Ascires Xàtiva, insiste en un factor que puede retrasar o, incluso, evitar la aparición de complicaciones: los controles urológicos periódicos.
“Es imprescindible un control precoz que nos permita detectar esta patología en sus fases iniciales y valorar el tipo de tratamiento más adecuado antes de que aparezcan problemas más graves», afirma el Dr. Palmero. «Hay que tener en cuenta que el agrandamiento de la próstata es un proceso que normalmente se desarrolla de forma muy lenta y progresiva, por lo que podemos llegar a evitar dichas complicaciones”, añade el especialista.
Así, los controles rutinarios permiten adaptar los tratamientos antes de que existan o se agraven las consecuencias a nivel funcional.
Pese a que no existen recomendaciones para evitar el agrandamiento de la próstata, sí que existen hábitos alimenticios que permiten evitar o reducir las molestias. Evitar el consumo de sustancias excitantes, como pueda ser el alcohol, o de comidas excesivamente picantes o, incluso, saladas son algunos de ellos.
Tratamiento del agrandamiento de próstata
Existen numerosas opciones en lo que al tratamiento para la hiperplasia prostática se refiere. El abordaje dependerá de cada paciente, teniendo en cuenta aspectos como la edad, el tamaño de la próstata o la intensidad de las molestias que padezca.
El pilar fundamental y básico del tratamiento son los fármacos. Una buena elección de un fármaco al paciente puede evitarle la aparición de complicaciones y también, incluso, la necesidad de cirugía a largo plazo. Pero, para ello, como apuntaba el Dr. Palmero, es necesario un control precoz y periódico.
Los medicamentos que pueden recetarse son:
- Alfabloqueantes: facilitan la micción al relajar los músculos del cuello de la vejiga y las fibras musculares de la próstata. Por normal general, actúan rápidamente en hombres con próstatas relativamente pequeñas.
- Inhibidores de 5-alfa reductasa: reducen el tamaño de la próstata, ya que previenen los cambios hormonales que producen su crecimiento. Estos medicamentos pueden tardar hasta seis meses en actuar.
- Tratamiento con combinación de medicamentos: el especialista prescribe tanto un bloqueante alfa como un inhibidor de 5-alfa reductasa al mismo tiempo, si por separado ninguno de ellos es efectivo.
En cuanto a la terapia mínimamente invasiva o quirúrgica, esta se prescribe en el caso de que los síntomas sean de moderados a graves, los medicamentos recetados no hayan reducido los síntomas o el paciente sufra otras patologías. Existen múltiples opciones quirúrgicas, como la resección transuretral de la próstata, la incisión transuretral de la próstata, terapia transuretral por microondas o la ablación transuretral con aguja, entre otras.
Hay que destacar que la terapia quirúrgica no siempre es una opción. No está indicada en aquellos casos en los que el paciente sufra una infección de las vías urinarias sin tratar, trastorno de estenosis uretral, antecedentes de radioterapia de próstata o cirugía de las vías urinarias, o trastornos neurológicos, como enfermedad de Parkinson o esclerosis múltiple. Además, cualquier tipo de procedimiento en la próstata puede producir efectos secundarios, como la eyaculación retrógrada (el semen, en lugar de salir del cuerpo, fluye hacia atrás dentro de la vejiga); dificultad temporal para la micción; infección en vías urinarias; sangrado; disfunción eréctil; y en raras ocasiones, incontinencia.
¿Qué probabilidades tengo de padecer hiperplasia prostática?
Los factores de riesgo del agrandamiento de la glándula prostática son los siguientes:
- Edad avanzada: aproximadamente un tercio de los hombres padecen síntomas de moderados a intensos a los 60 años, y aproximadamente la mitad lo hacen a los 80 años. Es poco frecuente que el agrandamiento de la glándula prostática cause signos y síntomas en menores de 40 años.
- Antecedentes familiares: tener un pariente, como un padre o un hermano, con problemas de próstata aumenta las probabilidades de padecerlo.
- Diabetes y enfermedad cardíaca.
- Estilo de vida: la obesidad aumenta el riesgo de hiperplasia prostática benigna, mientras que el ejercicio puede reducirlo.
Para cualquier consulta relacionada con la hiperplasia benigna de próstata o cualquier otra alteración urológica, en Clínicas Biomédicas Ascires contamos con un experimentado equipo de especialistas y con la tecnología diagnóstica más avanzada.